LA FABRICA DE CHOCOLATE, SIN AZÚCARES AÑADIDOS…

Yo me acuso. De niño era lector asiduo de las historias de Roald Dahl. Disfrutaba de sus mundos perlados de sujetos extraños, raros e incorrectos; paridos de una imaginación telenda, florida y pugnaz con la verticalidad de la realidad de los adultos. Limitados por su ramplonería economicista de rigidez inamovible y dotados de rostros equinos, de sólidas gorduras adiposas o analfabetismo inepto ante el realismo mágico…

Reconozco que sus libros fueron la semilla de mi gusto literario por las narraciones que trascienden la pesada realidad materialista constreñida a los tiránicos hechos objetivos… Me declaro ferviente amante de los planteamientos subjetivos, imaginarios, fantásticos y utópicos… Una ficción literaria sin imaginación, fantasía y metáforas es una quimera empírica más cercana al sesudo tratado científico que a la narración novelada… Un grito silencioso…

Es más, confieso, que disfruté como un enano (perdonen la censurable expresión) con sus mejores relatos para adultos, sus historias extraordinarias y sus finales inesperados… Y eso, lo reconozco, teniendo ya conocimiento de la controversia levantada por algunos comentarios donde mostraba una cierta “aversión sobre el carácter judío” (Yahvé no pille confesados).

Así mismo, hago acto de contrición… Me he sentido negro de ira (otra incorrección) al conocer las maniobras de los editores de Dahl, en connivencia con sus herederos, para “reescribir” las obras del autor despiojándolas de aquellos términos que hacen alguna referencia al lenguaje relacionado con el peso, la salud mental, la violencia, el género y la raza; así como otros muchos que se puedan considerar “actualmente correctos”.

Ya en vida, obligaron a Dahl, a reconvertir a los Oompa Loompas de esclavos pigmeos negros, a extraños hippies enanos; de pelo color verde y piel anaranjada, para su versión cinematográfica…

No sé si este gusto por reescribir los textos de los autores muertos es moral o éticamente comprensible. Si la dictadura de lo políticamente correcto y la cultura de la cancelación no son la moderna inquisición; o si hemos entrado en una espiral de gilipollez coercitiva de comedida y delicada vacuidad…

Las escusas son muchas, los textos, cada vez más… Hace tiempo que me hice eco de las ganas de vetar, censurar o reescribir otros muchos textos: Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain; Matar a un ruiseñor, Harper Lee; El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde; Los versos satánicos, Salman Rushdie; Tintín en el Congo, Hergé; La Regenta, Leopoldo Alas Clarín; Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez; y podríamos seguir por centenares.

De verdad se nos cree tan tontos cómo para no ser capaces de entender que ciertas expresiones, situaciones o personajes son frutos de un determinado contexto histórico y social. O es que esa “élite gobernante”, presente en todas las teorías conspiranoicas, ha conseguido que nuestro descafeinado sistema educativo pergeñe un relato seudo-histórico muy parecido a un cuento de Disney.

¿¡Y quién piensa en los niños…!? Esos locos bajitos de inteligencia maleable… Todo por los niños, pero sin los niños… Vuelven los ultras de las luces para reescribir los cuentos infantiles, aunque los infantes nunca se hayan quejado del gordo alemán despeñado en el río de chocolate; de las brujas calvas con peluca; de la cara de caballo de una maestra de sórdidos hábitos castrenses; o de que la lectura de Matilda fuera Faulkner… ¡¡Qué sabrán esos críos…!! La infancia siempre es menor de edad… Como la mayoría de pueblo llano, unos indocumentados a los que hay que transformar en “gente de bien”.

Lo siento, de veras… Esta espiral de buenismo intolerante, fino filipino, debe cesar… Hay que pararla…

Imagino, con esta desbocada imaginación irreverente de autor incorrecto e inapropiado, que dentro de algunos años, la bruja con cara de perro que reina en la capital de la “moderna libertad” llegue al gobierno; y entonces, para escarnio de intelectuales y mala gente, reescriba el Quijote, haciendo que Alonso Quijano esté bajo los efectos de la benzodiazepina prescrita por una galeno de pago y se pase sus días leyendo a Pérez-Reverte entre tragos de cerveza… Borrando de un plumazo ocho siglos de la historia de España, a ver si los niños nos van a salir moros terroristas…

Dios nos libre…

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